El “falso paro minero”, como lo calificó el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, no solo tiene confinadas a más de 250.000 personas de 16 municipios del noroeste colombiano con escasez de alimentos y desabastecimiento de otros productos, incluso de gas, sino que sumió en el caos a las subregiones del Bajo Cauca y Nordeste.
Los mineros protestan desde el 2 de marzo contra las operaciones del Ejército y la Policía contra la minería ilegal en la zona pero, según las autoridades, detrás de esa movilización está la banda criminal Clan del Golfo que se lucra de la explotación de minerales en distintas partes del país.
En esas zonas se han producido en los últimos días ataques a poblaciones y a la fuerza pública, disparos y detonaciones y la quema de tres máquinas de una obra vial y varios camiones, entre otros actos de vandalismo.
“Estamos en una situación de absoluta zozobra. No habíamos tenido antes un paro minero que durara tantos días ni que tuviera a la población tan atemorizada y sin salida”, dijo por teléfono a EFE una comerciante del municipio de Tarazá, donde en la noche del domingo encapuchados prendieron fuego a un peaje.
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