El número récord de migrantes y solicitantes de asilo que llegan a Estados Unidos se ha convertido en un dolor de cabeza para el presidente demócrata Joe Biden, a quien los republicanos acusan de no hacer lo suficiente para detener la migración.
La patrulla fronteriza estadounidense ha interceptado a migrantes en situación irregular en la frontera con México más de 2,7 millones de veces desde enero de 2023, de los cuales más de 800.000 eran mexicanos y más de 285.000 guatemaltecos, según datos oficiales.
En el comienzo de la reunión su jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, afirmó que “los países de origen, de tránsito, de destino deben trabajar juntos porque ningún país por sí solo puede afrontar eficazmente este desafío. Esta particularidad geográfica nos sitúa como países que enfrentamos la mayoría de las fases del ciclo migratorio”, coincidió la canciller mexicana Alicia Bárcena.
Por eso, las delegaciones de los tres países examinarán las causas de la migración, como la corrupción, que Arévalo prometió combatir. Bárcena insistió en hallar soluciones “con una mirada más regional”, porque permite desarrollar “una especie de modelo único de migración” que puede servir “incluso para otras regiones del mundo”.
“Nosotros vemos a los migrantes como personas en movilidad laboral” que “buscan oportunidades” y para convertirlo en una opción “tenemos que ir a las causas profundas”, a la raíz.
“Cómo buscamos el fortalecimiento de vías regulares de movilidad laboral”, es decir cómo asegurarse de que las personas “encuentren” las oportunidades, explicó. El gobierno de Biden creó una serie de “vías legales” para entrar a Estados Unidos, como pedir cita a través de una aplicación de teléfono móvil (CBP One), hacer los trámites en los países por los que pasan los migrantes o acogerse a permisos humanitarios y de reunificación familiar.
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